Al final Axel Springer decidió prescindir del equipo que hacíamos la revista entonces, y se me quedaron varias cosas en el tintero, entre ellas la entrevista a Domínguez. La quise publicar aquí y en amstrad.es, pero la he tenido perdida hasta ahora, cuando la he encontrado, por fin, en un pendrive que se me había traspapelado :D
He editado el texto mínimamente, quitando alguna errata. José Luis no responde directamente a mis preguntas, sino que agrupa las respuestas en un texto que escribe del tirón. No hay ninguna gran revelación, pero espero que os resulte entretenido :D
Entrevista a José Luis Domínguez
¿Cómo se introdujo usted en el mercado de los ordenadores? Tengo entendido que procedía del sector de los seguros... Por otro lado, Indescomp inicialmente distribuía productos para distintos sistemas, como Commodore Vic-20 o Dragon. Usted intentó hacerse con la distribución de los productos de Sinclair, pero Investrónica (El Corte Inglés) se adelantó. ¿Quería usted un contrato de distribución exclusiva con Sinclair? ¿Por qué decidió apostar entonces por Amstrad? Ustedes barajaron otras posibilidades, otros fabricantes, como Spectravideo...
Antes del éxito del juego Bugaboo, y ante la negativa de Sinclair, negocié la distribución de un ordenador llamado Acorn Atom. Invertí todos mis ahorros en la compra de cien unidades y fue un fracaso (quizá fue demasiado pronto). Finalmente tuve que venderlos de uno en uno y casa por casa a ingenieros de telecomunicaciones y otros profesionales. Un día, mientras estaba en el hotel White House porque tenía que negociar con un ejecutivo de Quicksilva (uno de los majors de distribución de software en el Reino Unido), leí un artículo en una revista (Computer Weekly) que decía más o menos que la firma Amstrad (gigante de la electrónica, según el artículo) estaba trabajando en un nuevo ordenador personal sin cables y con pantalla incluida. En ese momento me di cuenta de que mis sueños podrían llegar a cumplirse si jugaba bien mis cartas.
Intenté contactar con Alan Sugar, pero fue imposible (siempre con un traductor, mi gran amigo chileno Jorge Silva, que me permitía dirigirme a la gente como si fuera yo mismo gracias a la "traducción simultánea" que ejercitábamos juntos). Después de varios intentos conseguí que me recibiera uno de los directores de Sugar, Bob Watkins, así que de nuevo viajé a Londres. Me recibió atentamente, pero me dijo que me olvidara [de reunirme con Sugar] ya que aún quedaba tiempo para su presentación [del CPC 464], y además Sugar había tenido malas experiencias con importadores españoles. Me despedí de él con mal humor y le dije que lo seguiría intentando a pesar de su negativa.[Sigue]

Algunos de los programas que comercializaba Indescomp : Kung-Fu Master para Spectravideo 318/328, Shark Attack de Vic-20 y Nightmare Park de ZX-81. También distribuyeron software para Commodore 64, MSX, Dragon o Thomson MO/TO*
[Continúa]Algún tiempo después Quicksilva lanzó con gran éxito Bugaboo The Flea, y esto me permitió llamar a Watkins y decirle que quería hablar con él de juegos, y me dijo que de acuerdo siempre que no habláramos del nuevo ordenador. Así que fui a verle de nuevo, y le dije que podríamos hacer una versión de The Flea para el nuevo ordenador. Me dijo que no había tiempo, apenas [quedaba] un mes para la presentación oficial del nuevo Amstrad. Yo me tiré uno de los mayores faroles de mi vida, le contesté que le garantizaba que para esa fecha lo tendría en su mesa. Me miró, sonrió y me dijo que volviera por la tarde a recoger un prototipo, ¡bingo!
En el avión de vuelta no hacía más que pensar en el lío en que me había metido: por un lado no sabía si era posible tenerlo para esas fechas (por aquel entonces se tardaba en desarrollar un juego al menos tres meses) y por otro lado solo tenía un prototipo que era una pantalla y un montón de cables, si fallaba estaríamos perdidos... Llegué a Madrid, organicé una reunión con los chicos, Paco Suárez, Paco Portalo, Charly, Ángel, Fernando Rada, mi hermano Ángel como diseñador y el malogrado Paco Menéndez, y alguno más que no recuerdo, y les pedí a todos el esfuerzo de sus vidas. Ellos se rieron, pusieron cara de “sabios sorprendidos” y me dijeron que adelante. Organizamos turnos de día y de noche: como el ordenador era tan bueno, y los chicos eran unos auténticos genios, no solo acabamos el juego, sino que además tuvieron tiempo para hacer Fred, otro juego muy divertido que al final Amstrad bautizó como Fred on the Ropes [en realidad, el juego fue Roland on the Ropes, nde].
Así que llamé a Watkins y le dije, “amigo, ya tengo el Bugaboo en un cassette para el Amstrad CPC 464”, y me respondió “¡pues mándemelo!”. Aqui lancé el segundo farol y le dije “lo siento, pero quiero entregárselo personalmente a Alan Sugar”. Refunfuñando me dijo que me llamaría si esto era posible; cosa que hizo al día siguiente, y me citaron para la semana siguiente a las cinco de la tarde. Recuerdo que era una noche lluviosa y desagradable. Entré con Jorge Silva y mi hermano Ángel, nos hicieron esperar casi una hora, y apareció el personaje más increíble que he conocido en mi vida: pelo rizado, barba de varios días, camisa remangada y cara de pocos amigos. Me dijo “póngalo”, y lo que pasa casi siempre, ¡el juego no cargaba! No sabía dónde meterme. Miraba hacia arriba y decía “Señor, no me hagas esto”, pero al final La Pulga entró y empezó a correr por esa maravillosa máquina. Sugar no hizo ningún gesto, y a los cinco minutos me dijo “ok, habla con Watkins para el asunto de royalties”.
Miré a Silva y con los ojos le transmití que debía concentrarse al máximo, y aquí me jugué todo al último farol: “Mire, ya sé que a usted esto del juego le interesa relativamente, y que no tiene mucha confianza en los españoles. Pues bien, este juego lo hemos hecho trabajando día y noche sin descanso, y además le traigo otro (Fred) para que sepa como funcionamos los buenos españoles. Así que, para darle la enhorabuena por su magnífica maquina, le regalo los dos juegos”. ¡Se puso muy serio!, miró a Watkins y me dijo “¿qué es lo que quiere exactamente?”, y yo le contesté “ser su distribuidor para España cuando entre en sus planes de expansión”. Se tocó la barba, se le escaparon un par de gruñidos y me dijo “acompáñeme a mi despacho”, y allí me soltó la gran frase que muchos no olvidaremos nunca: “¿Cuántos ordenadores quiere?”. Aquí empezó una gran colaboración y amistad con Alan Sugar.
- Alan Sugar, en su autobiografía, recuerda que Indescomp podía distribuir productos de Amstrad, pero también de competidores de Amstrad. Cuando el negocio se asentó en España, Sugar decidió comprar Indescomp y convertirla en Amstrad España, y como parte del trato entró usted en la junta directiva de Amstrad Plc. ¿Es eso correcto? ¿Tiene algún recuerdo especial de aquella etapa?
Es correcto. La venta supuso una gran cantidad de dinero y acciones, y él me nombró consejero internacional en el Board Meeting de Amstrad Plc. Curioso, porque a pesar de mis estudios de inglés, solo me entendía bien con él. Siempre me comentaba que estaba acostumbrado a hablar con coreanos, taiwaneses y japoneses y que por eso me entendía bien. ¡Vaya personaje!
- Alan Sugar le trata a usted con mucho cariño en su autobiografía, alabando su carácter entusiasta y emprendedor. Sin embargo, hubo roces entre usted y Marion Vannier, la directora de Amstrad France, ¿puede confirmarlo? ¿El motivo fue la rivalidad entre Francia y España por ver quién vendía más? De hecho, ¿qué división era más rentable en Amstrad, UK, Francia o España? [nde: la rivalidad es patente en esta entrevista a Marion Vannier publicada hace años en Phenix Informatique, en la que no duda en ajustar cuentas con José Luis]
Nosotros, en España, alcanzamos un nivel de ventas increíble (creo recordar que en el año 1986 facturamos 22.000 millones de pesetas), y además rompimos los esquemas en varias ocasiones, como por ejemplo cuando en pleno verano tomé la decisión de regalar una impresora si alguien compraba un Amstrad. Aunque Alan me las dejó a buen precio, nuestros beneficios fueron muy pequeños, claro, pero se trataba de vender en fechas complicadas. Más adelante, la promoción se realizó en todos los países. Esta idea la mantuvimos en marcha todo un año. Recuerdo que un día me llamó Fernando Asúa, en aquellas fechas presidente de IBM España y me dijo “¿Pero cuándo vais a parar? Nos estáis volviendo locos”. Para Sugar, la manera como manejamos el negocio de Amstrad en España era ejemplar, y por eso aparecieron enemigos incluso dentro de la propia central en Brentwood. Supongo que la división más rentable era la de Reino Unido, porque estaba en todos los sitios y su capacidad para negociar márgenes era increíble. Francia funcionaba mucho peor que nosotros, y por eso siempre le decía a Marion que tenía que aprender de nosotros, y esto a ella le sacaba de quicio.
- Alan Sugar asegura que la idea de lanzar el Amstrad CPC en Estados Unidos fue cosa de usted y de Jaime Peró, y que usted le presentó a Jaime Peró. ¿Es cierto? El ordenador lo lanzó una empresa llamada Indescomp USA, así que supongo que Indescomp tuvo algo que ver con aquello, ¿es correcto? ¿Recuerda cómo fueron las ventas del Amstrad CPC en Estados Unidos?
Exacto. En aquellos tiempos yo tenía la sensación de que España se me quedaba pequeña, cosas de la juventud y del entusiasmo, y un día, acompañándole a una feria en Las Vegas, le dije a Alan, “¿Y por qué no [vendemos productos de] Amstrad en Estados Unidos?”. Me respondió que estaba muy ocupado y que los americanos eran muy complicados, y además los Amstrad tenían discos de 3” en lugar de 3,5” o 5,25”, que eran el estándar en los Apples, IBMs, Commodores, etcétera. Yo me quedé pensando, y le dije que en lugar de volver con él a Londres me iría a Chicago a ver a un viejo amigo, Jaime Peró. Jaime había sido cónsul de Bolivia en Chicago, y tenía buenos contactos con el grupo Sears y así empezó. Más adelante, [Peró] nos quitó de en medio [a Indescomp] y él mismo negoció un contrato [con la central de Amstrad en Reino Unido] de cien mil ordenadores durante los dos primeros años.

Detalle de la pegatina de la carcasa inferior de un Solavox CPC 6128, con la leyenda Indescomp International (USA) y la dirección en Lake Forest de la oficina, así como el FCC ID del aparato
- Alan Sugar dice que la idea de lanzar un Amstrad CPC 472, para salvar un arancel que estableció el gobierno en 1985 y que gravaba la importación de ordenadores domésticos de 64Kb o menos, fue idea de Amstrad UK. ¿Aquella estrategia se ideó realmente en el Reino Unido, o aquí?
Fue cosa de su equipo de marketing. A mí no me gustó.


Dos modelos de CPC 472: con tecla "ñ" y sin tecla "ñ"
- Indescomp tenía un departamento de software, pero ¿tenía también un departamento de desarrollo de hardware?
No, nos dedicamos exclusivamente a Amstrad porque luego vinieron más productos, equipos de música, videos, el PCW, etc.
- Usted convenció a Alan Sugar de que le permitiera importar los Amstrad CPC en España con dos juegos, La Pulga y Fred, cuyo desarrollo encargó a los equipos de Paco Suárez y Fernando Rada. ¿Es correcto? ¿Qué opinaba usted entonces de los juegos? ¿Le llegó a interesar personalmente ese aspecto lúdico del negocio, o era sólo una faceta más del negocio? ¿Recuerda usted cómo montó aquel equipo de programadores? ¿Recuerda si su marcha fue traumática? (se fueron de Indescomp para montar dos de los estudios de videojuegos más exitosos de la época: Ópera Soft y Made in Spain).
Lo explico más arriba. Yo me concentré en los productos de Amstrad y en asesorar a los italianos, y los chicos decidieron buscar su camino en el mundo del software y los videojuegos.
- Por favor, coménteme cualquier otra anécdota, dato o cuestión que le parezca relevante y que yo me haya dejado en el tintero.
Pensaba escribir solo una líneas, pero recordar toda esta historia me ha gustado (risas). Tengo muchísimas anécdotas: el odio de Sugar por los abogados y por los contratos, sus siestas en los aviones (doce horas seguidas), nuestros partidos de tenis en Puente Romano en Marbella, las barbacoas en su increíble casa, su orgullo al presentarme como su mejor “obra”, alguien que antes vendía libros por las casas y que además no sabía inglés... Sus terribles respuestas a la gente de la prensa, nuestra cena con la Reina de Inglaterra, en fin, montones de anécdotas.
Muchísimas gracias por su atención.
Espero que te haya servido. ¡Es una historia increíble!
*Nota del entrevistador: he intentado averiguar si Indescomp llegó a vender hardware de Spectravideo. Aunque no he podido encontrar nada que lo demuestre, la dirección de SVI estaba en Torrejón de Ardoz, creo que cerca de donde curiosamente vivía José Luis Domínguez en aquella época.

Edito: Rafa Corrales me recuerda este fragmento de la entrevista que Jaume Esteve hizo a José Luis Domínguez (en "Ocho Quilates. Una historia de la Edad de Oro del Software Español", Star-T Magazine Books, Barcelona, 2012, páginas 56-57), donde se aclara que sí, que Indescomp llegó a vender ordenadores de SVI:
Me di cuenta, como empresario, que quería dar pasos más largos -reconoce Domínguez-. Además de la división de juegos, podíamos tener una de hardware. Los ordenadores estaban de moda, todos se vendían: Commodore, Sinclair, Apple. Quería comercializar alguno y en uno de los viajes que hice por el mundo vi, en Hong Kong, un ordenador que me gustó: el Spectravideo. Era de una compañía, SpectraVision, que manufacturaba joysticks y se decidió a fabricar un ordenador. Me hice con los derechos y lo vendimos en El Corte Inglés, pero no era lo que quería. Tenía muchos problemas para traerlos, muchos líos.
Por otro lado, para cuando Amstrad Plc compró Indescomp, la sede de la empresa estaba en la Avenida del Mediterráneo de Madrid, aunque posteriormente se la llevaron a la zona de Cuatro Caminos de Madrid, además de mantener (creo) unas oficinas en la zona de Aravaca. En Londres presumían de un detalle que me sonó muy extraño nada más leerlo, de que la entrada de la residencia de Juan Carlos I estaba muy cerca de sus nuevas oficinas (en "Alan Sugar, The Amstrad Story", de David Thomas; Pan Books, 1991); pero en realidad es cierto, hay una entrada al Palacio del Pardo (que no al Palacio Real) en esa parte de Aravaca. Es una puerta no muy conocida que supongo que usan los invitados "particulares" del rey, los que no se presentan en un acto oficial.